domingo, 21 de febrero de 2016

CANCIÓN OTOÑAL





Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas,
pero mi senda se pierde
en el alma de la niebla.
La luz me troncha las alas
y el dolor de mi tristeza
va mojando los recuerdos
en la fuente de la idea.
Todas las rosas son blancas,
tan blancas como mi pena,
y no son las rosas blancas,
que ha nevado sobre ellas.

Antes tuvieron el iris.

También sobre el alma nieva.
La nieve del alma tiene
copos de besos y escenas
que se hundieron en la sombra
o en la luz del que las piensa.
La nieve cae de las rosas,
pero la del alma queda,
y la garra de los años

hace un sudario con ellas. 

¿Se deshelará la nieve

cuando la muerte nos lleva?
¿O después habrá otra nieve
y otras rosas más perfectas?
¿Será la paz con nosotros

como Cristo nos enseña?
¿O nunca será posible

la solución del problema?
 ¿Y si el amor nos engaña?
¿Quién la vida nos alienta
si el crepúsculo nos hunde

en la verdadera ciencia
del Bien que quizá no exista,
y del Mal que late cerca?
 

¿Si la esperanza se apaga
y la Babel se comienza qué antorcha iluminará los caminos en la Tierra?
 ¿Si el azul es un ensueño,
qué será de la inocencia?
¿Qué será del corazón
si el Amor no tiene flechas?
 


¿Y si la muerte es la


 muerte,


qué será de los poetas

y de las cosas 

dormidas

que ya nadie las 
recuerda?
¡Oh sol de las 
esperanzas!
¡Agua clara! ¡Luna 
nueva!
Corazones de los niños!
¡Almas rudas de
las piedras!
Hoy siento en el corazón
un vago temblor de estrellas
y todas las rosas son,
tan blancas como mi pena



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